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Juan Carlos se negó a pagar la casa de Cristina mientras dilapidaba millones con Corinna

domingo 06 de marzo de 2016, 16:02h

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El rey emérito Juan Carlos recriminó a Iñaki Urdangarín al poco de casarse con la infanta Cristina que el piso barcelonés de 300 metros cuadrados en el que vivían no era digno para el nivel de vida que acostumbraba la familia real, por lo que el deportista comenzó una frenética actividad empresarial para darle a su esposa e hijos el status reclamado por su suegro. Juan Carlos de Borbón, con una fortuna estimada en más de 2.000 millones de euros, se negó a pagar la casa de la joven pareja mientras gastaba millones con su amiga íntima Corinna en un lujoso dúplex suizo, joyas y cacerías.

El calvario judicial que está sufriendo la infanta Cristina (51 años) y su esposo, Iñaki Urdangarín (48 años), no tiene precedente entre las monarquías europeas modernas y las familias que manejan grandes fortunas. El ahora Rey Emérito, Juan Carlos I (78 años), no es precisamente un personaje falto de capacidad económica como se decía de su padre, Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona, que al morir les dejó, en bancos suizos, una pequeña fortuna a sus hijos, de más de mil millones de las antiguas pesetas, de la que Juan Carlos heredó 375 millones. El Rey de España ha amasado durante cuarenta años una fortuna que superaría los dos mil millones de euros, según las estimaciones más conservadoras que superan las cifras facilitadas en los últimos años por la revista estadounidense “Forbes”.

Juan Carlos ha amasado una fortuna durante 40 años por intermediación y comisiones petroleras con las monarquías del Golfo Pérsico


Cuando el 4 de octubre de 1997 Cristina de Borbón contrajo matrimonio con el deportista Iñaki Urdangarín los funcionarios de Zarzuela ya habían informado al entonces rey Juan Carlos que el nuevo esposo de su hija pequeña no tenía fortuna ni un trabajo que permitiera a la pareja una vida de lujo, como la que acostumbraba la familia con sus gastos sufragados por los Presupuestos Generales del Estado.

Un piso de 300 metros

Las fluidas relaciones de Zarzuela con las grandes empresas del Ibex consiguieron que en 1993 la infanta Cristina, licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, fuese contratada por La Caixa, en Barcelona, donde decidió residir fuera del control del personal de Zarzuela. Fue allí donde conoció y se enamoró del balonmanista profesional vasco Urdangarín, con quien contrajo matrimonio.

Tras la boda, la pareja se acomodó en un piso de 300 metros cuadrados ubicado en el barcelonés barrio la Cruz de Pedralbes, el más caro de la Ciudad Condal, adquirido por 540.000 euros por el matrimonio. En una de las visitas de Juan Carlos a Barcelona, donde acudía periódicamente para sus tratamientos de rejuvenecimiento en la clínica de Estética Planas, cercana a la vivienda de su hija, el entonces Rey le recriminó a Iñaki Urdangarín: ¿Cómo tienes a mi hija, acostumbrada a vivir en palacios, en un piso de 300 metros?

Espoleado por su suegro

Fue entonces cuando Urdangarín, diplomado en Ciencias Empresariales y licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Barcelona, que en aquellas fechas ejercía como vicepresidente del Comité Olímpico Internacional (COI), se embarca en una búsqueda frenética de ingresos que le permitan elevar el nivel de vida de su esposa y mudarse a una vivienda que acalle las recriminaciones de su suegro. Al poco tiempo, adquieren, también en el lujoso barrio de Pedralbes, un lujoso chalé con parcela construido en el año 1952 por el arquitecto Villalonga para su uso privado, que reformaron en su totalidad.

El rey emérito se alojaba en el chalé de su hija cuando viajaba a Barcelona para recibir tratamientos de rejuvenecimiento


El entonces Rey Juan Carlos empezó a alojarse en la nueva residencia de su hija cada vez que acudía a Barcelona para sus tratamientos. Incluso Corinna Sayn-Wittgenstein (51 años) aprovechó las estancias del monarca para realizarse varios retoques de cirugía plástica, concretamente un completo lifting facial y una operación del pecho, ya que los tenía caídos dada su avanzada edad. El Estado español se hizo cargo de las facturas de la clínica Planas.

Intermediación y comisiones

En Zarzuela era del dominio público que Juan Carlos cobraba comisiones por las gestiones que realizaba a favor de empresas españolas, aparte de los dólares por cada barril de petróleo importado de los países del Golfo Pérsico. Los ingresos eran depositados en cuentas de paraísos fiscales. No había negocio importante que las empresas españolas realizasen en las petro monarquías árabes que no reportaran una sustanciosa comisión. La fortuna de Juan Carlos era administrada por personajes de su máxima confianza como Manuel Prado y Colón de Carvajal, que murió en Sevilla (Abril 2004) con una tobillera-GPS que le permitía disfrutar el llamado segundo grado penitenciario ya que estaba condenado a dos años de prisión por el “caso Wardbase”, junto al financiero Javier de la Rosa.

En concreto, a Prado se le acusaba de haber recibido un ingreso irregular de 1.900 millones de pesetas a través de la sociedad Wardbase. Estaba en la mente de todos que dichos ingresos realmente estaban destinados a Juan Carlos, que como jefe del Estado la Constitución Española le protegía y no se le podía ni imputar ni juzgar por delito alguno.

La bronca de Juan Carlos a Iñaki, a cuenta de que su hija viviera en un piso, le hizo iniciar una actividad empresarial que era normal en Zarzuela. Intermediar y obtener comisiones, o facturar servicios a comunidades autónomas por gestiones amparadas por el monarca. Un “modus operandi” que ha llevado a Urdangarín al banquillo de los acusados por el caso Nóos, y donde la propia infanta Cristina se ha visto obligada a dar cuenta ante el tribunal de los ingresos de las empresas fundadas por su marido…todo para que su esposa e hijos vivieran de acuerdo al status social de una familia de la realeza.

Millones con Corinna

Entre los grandes empresarios y familias adineradas de sonoros apellidos se criticó el egoísmo del entonces Rey de España hacia su hija Cristina al no ser capaz, multimillonario como es, de donarle una cantidad que garantizase el status de la pareja, en vez de impulsarles a una espiral de negocios cada vez más peligrosos. Y cómo, por el contrario, Juan Carlos se gastaba millones con su última amiga íntima, la denominada princesa Corinnazu Sayn-Wittgenstein, con la que vivió durante años en La Angorilla -un pabellón en el propio complejo de La Zarzuela-, pasaba largas estancias en el lujoso dúplex del exclusivo complejo suizo Domaine Rochgrise, regalaba joyas de precios desorbitados o iban de cacerías por medio mundo. Todo ello en el más absoluto de los secretos con el fin de que la opinión pública española no conociese la verdadera naturaleza de su Rey.

Preocupación en círculos políticos ante la inmensa fortuna de Juan Carlos, una “bomba de relojería” que Felipe VI ha de desactivar

Círculos políticos muestran su preocupación ante el hecho de que la inmensa fortuna del rey emérito se ha convertido en una “bomba de relojería” a los pies de Felipe VI, que le estallaría en el momento que Juan Carlos falleciese y la familia heredase su patrimonio. Es una fortuna que “oficialmente” no existe, el dinero está depositado en paraísos fiscales y en fondos de inversiones internacionales, por lo que es opaco para la Hacienda española.

Escenario republicano

Felipe de Borbón nunca se ha involucrado en los negocios de su padre. Es consciente de que un comportamiento similar sería el fin de la institución monárquica. En su discurso de proclamación ante las Cortes hizo una durísima crítica del reinado de Juan Carlos I, prometiendo al pueblo español que se abría un tiempo nuevo y que la Corona sería “íntegra, honesta y transparente”.

Una “bomba de relojería” que los medios políticos aseguran Felipe VI debe desactivar cuanto antes, porque sería letal para la Monarquía si estallase en pleno proceso independentista catalán, máxime después de la intervención del diputado de ERC, Joan Tarda, en el debate de investidura el pasado 2 de marzo al anunciar los pasos que seguirá la Generalitat para proclamar la República Catalana. De llegar a producirse la secesión, Cataluña desencadenaría un escenario republicano que se extendería al País Vasco y Galicia, apoyado por Podemos y sus mareas.
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